El primer shabat que pasé aquí lo pasé en casa de Tania, que conozco hace como diez años. Invité a Claudio, un exalumno de hebreo, y juntos tuvimos una interesante cena de Shabat que Tania preparó. Además de conocer a Philip, su perro, tuvimos una maravillosa cena con distintos platos. (Tania: ya te puedes casar)
Había que calentar el shtrudel en el horno de resistencias eléctricas (el "hornito"). Tania puso este riquísimo pastel "de sobras" de manzana y canela prefabricado en el horno y nos pusimos a platicar. . . pasó el tiempo y el shtruel se quemó. Lo mejor del asunto es que sólo se quemó por arriba y por abajo estaba casi crudo: el horno sólo tenía prendida la parte superior. Tania lo volvió a meter ahora al revés y casi se vuelve a quemar. Quedó bien, al final de cuentas: entre doradito y quemado. (Menos mal: ¡Guácala!)
De cosas tan sencillas como esta está hilvanada una estancia de investigación, jajajajaja