La semana pasada estuvo marcada por dos manifestaciones en Tel Aviv: una pidiendo se deportara a más de 10,000 trabajadores ilegales e infiltrados principalmente de países africanos que han llegado a Israel y que o bien trabajan en trabajos que la mayoría de los israelíes no están dispuestos a hacer,o bien porque son refugiados políticos que llegaron a Israel porque en sus países de origen no es seguro que estén.
Decenas de israelíes se dieron cita para exigir que el sur de Tel Aviv fuera seguro porque "temían" de estos individuos y abogaban por una ciudad "judía". Esto se da
en el marco de la aparición de una carta firmada por más de cincuenta rabinos de Israel que, se
gún su interpretación de la halajá (o ley judía) no se puede vender o rentar ca
sas a árabes o no judíos. Algunos rabinos y muchas otras instituciones emitieron respuestas enérgicas con frases y citas de las propias fuentes judías que permiten la interpretación contraria.
De igual forma hubo otra manifestación en contra de la evolución de Israel como un país racista, no sólo por las muchas veces que los judíos han sido refugiados o expulsados de otros países, sino como una obligación de un país frente a otros países o pueblos.
Si bien en Israel siempre se ha sentido y vivido la tensión política, este tipo de discusiones no se sentían hace tiempo cuando conocí por primera vez estas tierras, o tal vez siempre existieron pero no se sentían tan a flor de piel. . .
Y escribiendo una tesis sobre M. Buber, parece que lo que propone es más vigente de lo que uno se podía imaginar. . . .