La ciudad vieja, Jerusalén

7 abr 2011

El autobús 74

He estado varias veces en Israel y no es la primera vez que presencio un atentado terrorista. En 2002 me tomé una foto frente a una pizzería que estallaría en mil pedazos unas horas después. Sin lugar a dudas, la bomba que estalló en la calle junto a la parada que hizo que buena parte del autobús de la línea 74 explotara causando una muerte y varios heridos, no fue lo mismo.

Los celulares en Jerusalén se cortaron por unos minutos y luego uno recibía decenas de llamadas de personas cercanas preguntando si uno estaba en el lugar del atentado o no. Uno marca para ver si sus amigos estaban al lado de la estación de autobuses o el centro de convenciones, lugar donde estalló el autobús.

Al mismo tiempo estaban lloviendo más de 70 misiles desde la franja de Gaza hacia territorio israelí. El gobierno de Israel no respondió, como lo hizo en enero de 2009 pero esto se agrega al enrarecimiento del clima en el Medio Oriente.

Desde entonces no ha pasado nada y la vida sigue su curso. Mientras tanto Shimon Peres, presidente de Israel, recibe un fuerte espaldarazo de parte de Obama y el primer ministro de Israel, Binyamín Netaniahu, con un problema con el auditor del país por el número de viajes al extranjero.

Sin embargo, este tipo de cosas lo único que hacen es fortalecer el deseo por un entendimiento no entre dos pueblos claros y distintos uno del otro, sino entre seres humanos con mucha variedad en el pensamiento y que, fuera de extremismos en ambas partes, en realidad quieren lo mismo.